sábado, 11 de noviembre de 2006

SE HACEN BOMBAS… CON TECNOLOGÍA… YUCATECA… ¡MÀRE!...

Y… ¡CAYÓ CALLES!

Una imagen dice más que mil palabras. El martes pasado en la mañana, pudimos ver una fotografía perfecta del estado actual de la política en nuestro país. Se trataba del resultado de uno de los bombazos puestos el lunes por la madrugada en las oficinas del PRI y dejaba ver la sobria estatua de don Plutarco Elías Calles, dignísimo fundador de ese partido, hecha añicos y partida en pedazos.

Quizá como pocas, esa fotografía es simbólica pues refleja con claridad que la viaja era del autoritarismo y la anti democracia avalada, apapachada, utilizada, explotada y llevada a sus máximos extremos por el PRI, está acabada, desecha y, afortunadamente, partida en mil pedazos.

Nomás como remembranza histórica: En lo que habría de ser el primer sexenio de gobierno de 1928 a 1934 (antes los períodos eran de 4 años), el general Álvaro Obregón había ganado su re-elección prácticamente sin rivales, sin embargo lo asesinaron en el restaurante “La Bombilla” y su muerte dejó de inmediato un nuevo vacío de poder. También en 1928 los generales Serrano y Gómez provocaron un nuevo levantamiento tratando de llegar a la presidencia de la República, sin embargo los dos generales fueron asesinados ese año en el poblado de Huitzilac.

Muchos autores atribuyen estos asesinatos a Plutarco Elías Calles. Los historiadores y científicos sociales, han sido implacables en forma unánime contra don Plutarco quien instauró el llamado “Maximato Callista”, que incluyó a los tres presidentes que lo sucedieron: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, conocidos popularmente en esa época como “los tres peleles” y que conformaron lo que se ha catalogado como “el período negro” de la historia de México que va de 1924 a 1935.

El concepto “Maximato” se debe al término “Jefe Máximo de la Revolución” que utilizaba Calles para identificarse a si mismo. Pero en fin, eran tiempos de revueltas públicas, de la perpetuación de los fraudes electorales, del florecimiento empresarial de los políticos (tan solo Abelardo Rodríguez fundó más de 80 empresas por si solo), del arraigamiento de la corrupción como parte fundamental del gobierno…o sea, era el nacimiento del PRI.

El primero de septiembre de 1928, en su último informe de gobierno, el entonces presidente Calles, declaró públicamente que el país: “dejó atrás la era de los caudillos para iniciar en ese momento la era de las instituciones”, con lo que sentó las bases para fundar el Partido Nacional Revolucionario (PNR) en marzo de 1929 y que es el papá del PRI que todos conocemos hoy en día.

Por ello me parece simbólico que su estatua en el PRI haya sido destruida por el bombazo, aunque habría muchas otras estatuas y monumentos que deberían sufrir una suerte similar… luego le digo cuales.

¿QUIÉN QUIERE VIOLENCIA?

Si de algo estamos seguros la mayoría de los mexicanos es que hoy no queremos saber de violencia. A diferencia de otras épocas como aquellas lejanas de principios del Siglo XX, cuando el poder (léase el gobierno en turno que estaba en manos de Don Porfirio Díaz) se resistía a llevar a cabo los cambios exigidos por la sociedad y que llevó a los ciudadanos a tomar las armas para iniciar una sangrienta guerra civil que dejó como resultado (entre muchos otros), un millón de muertos, hoy la realidad es muy distinta.

Hoy no es lo mismo que hace 100 años. Y conste que no digo que escondamos la cabeza como avestruz, ni que olvidemos que la pobreza sigue presente, que la corrupción campea a todo lo largo y ancho del gobierno, que la impunidad sigue vigente. ¿Me oyen Ulises, Montiel, Gamboa, Gordillo y demás lacras? Tampoco podemos dejar de lado que las arbitrariedades del sistema judicial son pan de todos los días y que hay un clima de zozobra propiciado por los elevados niveles de violencia y delincuencia que giran en torno al crimen organizado.

Muchas cosas están mal, pero pese a todo y a las posibles similitudes que se le puedan encontrar a estas dos épocas, me parece que hay un sentimiento generalizado: hoy sí queremos cambios y aspiramos a deshacernos de los viejos lastres heredados de nuestro maloliente sistema político, pero sin violencia. Esa es la diferencia radical y no hay que menospreciarla.

En México, durante el siglo XX, la autoridad ejecutiva pasó de la sucesión unipersonal como garantía de la estabilidad con Don Porfirio, a la estabilidad prolongada por sucesiones unipartidarias (el PRI-gobierno) disfrazadas de democracia, luego a la estabilidad como prolongación de políticas macro económicas (la alternancia), para arribar por primera vez a las elecciones realmente competidas como sustento de estabilidad como fueron las de julio del 2006.

Hay un largo camino recorrido y la coyuntura política actual debe ser revalorada dentro de los nuevos parámetros que tenemos a la mano y que pueden ayudarnos a construir ese futuro por todos anhelado.

LOS CAMBIOS ACTUALES

En un artículo reciente, la doctora Alejandra Moreno Toscano comenta: “Durante muchos años, los cambios políticos en México fueron considerados como ‘concesiones’ de una apertura progresiva desde el poder. Hoy nadie cree que el gobierno lleve la batuta en el actual des-concierto.

“La realidad es que hoy se exige el reconocimiento de derechos –humanos, políticos, de género, étnicos, etc.- (no su otorgamiento, como fue escrito en la Constitución de 1917). La realidad es que hoy ha quedado atrás la hegemonía en que se sustentaba la arquitectura del poder. Tenemos que pensar el nuevo régimen para hacer gobernable la pluralidad de opciones políticas.

“Llevamos años de hacer cambios al sistema político. Ajustes aquí, ajustes allá. Ese tránsito, sin embargo, no ha llevado a la construcción deliberada de una forma de gobierno e instituciones políticas pensadas para gobernar mejor a una sociedad compleja, tal cual es, pero ahora más abierta e inserta en profundos cambios en el saber, la comunicación y la información.

“Las instituciones de viejo régimen han entrado en ajustes y crisis por la demanda que hace la sociedad de nuevos equilibrios. Transitamos pues por tiempos de gran complejidad. Pero las resistencias a los cambio se están mostrado más poderosas que las fuerzas que los impulsan.

“Esos nuevos desafíos no pueden tener las mismas respuestas que se dieron treinta o cincuenta años atrás. El cambio pues, es política y socialmente necesario.

“Hoy suceden movilizaciones políticas, movimientos sociales, exigencias de reformas institucionales, todo al mismo tiempo. Con interlocutores nuevos, distintos, que reclaman espacios, vínculos, nuevas visiones.

“Las respuestas se darán, no con un esfuerzo de democratización a la manera del siglo XX, por extensión, ampliación o filtración, sino como una democratización por el reconocimiento de derechos y trato igual para todos”.

Tenemos que aprender a escribir nuestra propia historia, sin que nadie gane, donde el futuro borre nuestros negros pasados… ¿será mucho pedir?

LA CUEVA DEL DELFÍN

¡Ya sólo faltan 19 días para terminar con la pesadilla foxista! Lo hubieran dejado ir a Australia, nomás iba por un cangurito pa’l rancho…

¡Vientos huracanados!, si no resucita don Plutarco, nos veremos por acá el próximo sábado…

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