sábado, 10 de marzo de 2007

LA CIUDAD DUERME… LOS SUEÑOS… NO…

“LA MEGALÓPOLIS INGOBERNABLE”

Según Manuel Perló, director del PUEC (Programa Universitario de Estudios de la Ciudad de la UNAM) entre el 2005 y hasta principios de este año se publicaron al menos 91 libros sobre la capital mexicana con todas las perspectivas posibles: ficción literaria, investigación científica, crónica, memorias, reportajes, reseñas, compilaciones fotográficas, poesía y hasta guías de visitantes.

El dato no es exagerado y nos habla de la importancia que tiene una ciudad como la nuestra. Sin embargo hay una realidad que nos rodea y de la cual formamos parte en la que muchas veces no reparamos: la ciudad no es sólo el D.F.

A él debemos agregar los municipios aledaños de los estados vecinos que, vistos en la perspectiva de lo que se denomina “El Valle de México”, podrían fácilmente llegar a sumar 75 gobiernos locales, administrados bajos las ópticas más contradictorias, según aparece mencionado en el libro “La Megalópolis Ingobernable” del sociólogo José Antonio Rosique (Ed. Épica, 2006).

Esta es una bronca fenomenal. La ciudad de México es una extensa unidad en la que viven alrededor de 22 millones de personas asentadas sobre una superficie territorial de poco más de 3 000 km2 de los que cerca de 1'115 km2 corresponden a la llamada área urbana y se presenta, por sus mismas dimensiones físicas y humanas, como un enorme "laboratorio social" con una vida intensa y contrastante.

En la capital mexicana conviven la humillante opulencia de algunos sectores, cargados de recursos y bienes, frente a barrios miserables, sin agua ni servicios, empotrados en cuevas y casas de cartón; ciudad con una abrumadora presencia de corrupción pública y privada en todos los estratos sociales.

La ciudad de México podría ser vista como una sola unidad, sin embargo, tanto política como geográficamente esta "unidad" se encuentra dividida en dos secciones: el Distrito Federal (D.F., conformado por 16 delegaciones políticas) y la Zona Metropolitana, que corresponde a los municipios conurbados.

LA REFORMA POLÍTICA

La lucha partidista por el control de los 75 gobiernos locales ha hecho que “la gestión gubernamental quede fragmentada por los resultados electorales, dependiendo de quién entra a las campañas y quién y cómo gana, por eso mismo no se consolidan las políticas metropolitanas”, dice Toño Rosique.

A pesar de la diferenciación política y geográfica que se hace de la ciudad, ésta vive interconectada entre sí, para la vida cotidiana no hay fronteras que valgan. Sin embargo hay contrastes claros: el D.F., incluso con sus múltiples barrios bajos y "ciudades perdidas", está mejor equipado, y su infraestructura resulta apabullante frente a cualquier otra ciudad del país. Ahí se concentra el poder económico, el político, el comercio, el empleo, "de hecho el país vive a través de la ciudad" comentan algunos intelectuales.

En el otro extremo tenemos una Zona Metropolitana desigual, algunas áreas plenamente urbanizadas, modernas, "al estilo gringo" dirían algunos; otras, asentamientos irregulares, ciudades proletarias sobre pobladas, falta de servicios, calles sin pavimento, zonas enteras sin agua potable, delincuencia, hacinamiento, desnutrición, niños semidesnudos que deambulan entre calles polvosas de un lago desecado que hoy es un desierto, telarañas de cables que buscan robarle algo de luz a la ciudad. Eso es México.

Ahí, en donde las contradicciones de la modernidad y la marginación afloran a cada tramo, los problemas sociales se convierten en asuntos irresolubles que, de tan cotidianos, parecen ser ya parte de un paisaje lúgubre y sombrío.

“Limitar la participación ciudadana del Distrito Federal a la simple democracia representativa de ir a las urnas, sin acceder a las otras formas de participación activa y decisional hará que la ciudad siga en el caos y las crisis de gobernabilidad” (op.cit. p.13).

La ciudad es una especie de rehén de enorme poderes fácticos, dice Rosique, que sólo genera gobiernos desorganizados y una ciudadanía desinformada y apática, cuya historia estructural alimenta una forma de gobierno absurda con la que se “desgobierna” y se “descoordina”.

A la ciudadanía “se le sigue negando desde todos los ámbitos del poder público, un estatus de mayoría de edad para que ejerza con plenitud todos los derechos civiles y de participación que le permitan al gobierno ciudadanizarse para enfrentar sus enormes retos políticos, administrativos y de sustentabilidad que la agobian”. (Ibid).

LA VISIÓN METROPOLITANA

Antes, en la visión de nuestra ciudad, todo quedaba “cerca y dentro”, o bien “lejos y fuera” de nuestro entorno con lo cual se tuvo siempre una excusa perfecta para no trabajar en la realidad amplificada que nos rodea cotidianamente.

“La preocupación por lo metropolitano apareció (apenas) en 1976 cuando el presidente Echeverría publicó la Ley General de Asentamientos Humanos, con lo que el problema de la concentración en las tres grandes regiones metropolitanas del país (Monterrey, Guadalajara y D.F.) quedaba inscrito en la agenda pública de la siguiente administración. Así, se creó la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas y se inició la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo Urbano que se publicó en 1978” (op. cit. P.190).

Pero han pasado casi 30 años de estos “esfuerzos modernizadores” de la administración en la búsqueda de una lógica urbana sin que tengamos un modelo propio de desarrollo y una mejor calidad de vida.

Hoy hay más comercio ambulante que antes; no hay un acuerdo metropolitano para la disposición de la basura; el agua potable escasea; la juventud sigue sin estar en la agenda pública y es un elemento decorativo; la piratería combate frontalmente al comercio establecido; la vivienda sigue siendo el lema de numerosos movimientos sociales. ¿Qué nos sucedió?, ¿son males connaturales al tercer mundo?, ¿es una maldición eterna?... ¿existirá alguna salida posible?... NPI.

Hay seis aspectos que caracterizan nuestra vida en la megalópolis: “1.) La ruptura del Estado de derecho; 2.) El crecimiento de la desigualdad; 3.) La inseguridad y la injusticia social; 4.) La privatización de los beneficios del desarrollo urbano y la socialización de los costos; 5.) El desorden en la ocupación territorial; y, 6.) La insustentabilidad de las funciones metropolitanas” (op.cit. p. 233).

Aún más, en la Zona Metropolitana de la ciudad: “se está muy lejos de una práctica de la gobernanza metropolitana, más bien apenas se entra en una fase de relaciones intergubernamentales que se desenvuelven entre el patrimonialismo, el conflicto partidista y la cooperación casi forzada y sin una base de sustentación jurídica adecuada” (op.cit. p.238).

Por eso dice Toño Rosique que la ciudad es y seguirá siendo ingobernable (p.241). Si no tiene insomnio le recomiendo ampliamente su lectura.

LA CUEVA DEL DELFÍN

Dice monseñor Abascal que “la gobernabilidad es la paz entre los habitantes”, así que con las recientes ejecuciones de policías en Tabasco ya podemos pedirle que rece por nuestra paz… ingobernable.

¡Vientos huracanados, si no me mandan a vivir a Chimalhuacán nos veremos por acá el próximo sábado...

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