sábado, 23 de diciembre de 2006

LO MÁS MALO… DE LOS MUUUY MALOS… ES QUE DICEN SER CHIDOS…

DIABÓLICOS ANÓNIMOS

Contrariamente a lo que estamos acostumbrados en estas fechas con los tradicionales festejos de navidad, las posadas, las pastorelas, el nacimiento de Jesús, los regalos y toda el consumismo generado por la Caja Idiota, hoy le propongo que nos ubiquemos en el lugar opuesto de la medalla para hablar del Mal (ojo, no del “Mall”).

¿Qué es la maldad para nosotros?, ¿cómo nos la han enseñado?, ¿qué es el bien y qué es el mal?, ¿cuáles son sus percepciones actuales?, ¿realmente no hay mal que por bien no venga? No tengo NPI, por eso lo invito a esta expedición punitiva en busca del Santo Mal.

La maldad junto con su opuesto (la bondad), tienen la particularidad de formar una dualidad que ha estado presente en todas las culturas del mundo y a través de de toda la historia del ser humano. Desde muchos miles de años antes de Cristo y hasta la actualidad, la maldad aparece somos una sombra permanente en nuestras sociedades.

Puede decirse que en general, la identificación de la maldad implica una jerarquía de valores morales que se desprenden del comportamiento humano, dentro del cual la maldad es menos deseada (al menos así se cree que piensa la mayoría de la gente) y el amor es más importante. De esta forma si alguien practica el mal se dice que es un “malvado”. Un término similar es la “malicia” y de esta forma un criminal también puede ser considerado un “malicioso”.

Muchas culturas reconocen muchos y muy diferentes niveles de comportamientos inmorales, desde pequeños vicios y prácticas comunes hasta los grandes crímenes. Estas creencias muy frecuentemente son traducidas al sistema legal de la sociedad y se transforman en leyes, en ordenamientos, con un sistema judicial que tiene establecidos métodos de juicio y castigo para las ofensas, al menos así se entiende desde un punto de vista filosófico y conceptual.

Pensemos en sociedades muy desarrolladas como la Sueca: allá es una grave ofensa la corrupción de un político y sería impensable que tuvieran casos como el del señor Arturo Montiel o los fraudes de PEMEX y, por su misma cultura la tolerancia a la libertad sexual está perfectamente instrumentada para garantizar el respeto a los derechos de todos los ciudadanos, sean como sean.

Acá es muy distinto, la percepción popular es que los políticos por regla general son corruptos y los sistemas jurídicos están hechos para proteger sus fechorías y que vivan en la impunidad, sin embargo al momento de proponer una Ley de Convivencia Sexual, rápidamente cientos de grupos encabezados por la iglesia católica y el PAN piden que no se apruebe sin pensar que todos tenemos los mismos derechos. ¿Quiénes son los malos y quienes son los buenos?

EL MAL Y LAS CREENCIAS

Para algunas religiones, la maldad es considerada como un misterio. Para los católicos existe la creencia de que la vida y sus reglas son gobernadas por una benevolencia innata y los comportamientos que contradicen esta bondad natural no es comprensible ni aceptable en términos morales y racionales.

La maldad se caracteriza y describe en diversos aspectos del ser humano que están desviados de la naturaleza del amor, de la justicia y de un comportamiento social aceptable, de ahí que el pecado sea la forma de generar un sentimiento de culpa que, según los curas, puede llevar al infractor derechito al infierno. Pero no se preocupe, la salvación es fácil, se confiesa se arrepiente y punto, misión cumplida.

Las visiones sobre cómo están definidos el bien y el mal yacen en dos extremos. Por un lado, está el “absolutismo moral” que sostiene que el bien y el mal son conceptos fijos establecidos por Dios, por la naturaleza o por alguna otra forma suprema de autoridad. Por otro lado, existe también el “relativismo moral”, que sostiene que los estándares entre el bien y el mal son sólo productos de la cultura local de las sociedades o de los prejuicios que se tengan. ¿a cual pertenecemos nosotros?, lo dejo a su criterio.

Sin importar la fuente de sus definiciones, todas las culturas humanas poseen una serie de “creencias naturales” sobre las cosas que son malvadas y se dice que existen dos clases de maldades. Las maldades naturales, que generalmente incluyen la muerte accidental, las enfermedades y todas las desgracias. Y las maldades morales, que incluyen la violencia, la traición y otros comportamientos destructivos hacia otros, aunque el mismo comportamiento hacia personas ajenas a la comunidad del individuo, puede llegar a ser considerado como bueno. O sea, las dos son relativas.

Por ejemplo, en las religiones judeo-cristianas junto con el Islam, sus creencias se centran en gran medida en los conceptos del bien y del mal y esto ha sido causa de innumerables debates religiosos. Muchas culturas y mitologías personifican al mal como Satanás, o como el diablo. Otras más describen a diferentes espíritus y demonios malvados como los incitadores de los actos de maldad, pero: ¿existe el mal como tal?, ¿existe el diablo?

EL DIABLO EUROPEO

Nomás como una reflexión histórica le comento lo que escribió el querido maestro Fernando Benitez, en la introducción a su famosa obra “Los Indios de México”: “Entre las muchas diferencias que ofrecen los civilizados y los salvajes, una de las mas singulares es sin duda la idea que se forman unos de otros. No bien los conquistadores españoles habían entrado a Tenochtitlán, corazón del Imperio Azteca, cuando vieron en los indios a unos seres en poder del diablo; no de un diablo indeterminado sino precisamente del diablo de los españoles… con su misma cola, sus mismos cuernos y toda su maligna fisonomía pero ya convertido en el señor y en el dueño de los extraños seres recién descubiertos” (Tomo I, p.13-73).

Lo que siguió todos lo sabemos, un saqueo brutal de nuestras riquezas, una persecución inmisericorde contra los opositores, el sometimiento de los pueblos indígenas y la imposición de la religión católica a punta de espada y sangre.

El tema da para más y hace unos meses mi amigo Franz Fontaine, curador del Museo del Trópico en Holanda, presentó una enorme exposición llamada “El Mal”, desde sus orígenes en las primeras tribus humanas hasta la imagen del maloso Dart Vaader en la película Star Wars.

Debo decirle que Franz Fontaine (que en español se traduciría como Panchito Fuentes), es un conocedor profundo de nuestras desviaciones sociales y de nuestra cultura. Es visitante asiduo de Tepito, Jamaica, la Doctores, Iztapalapa, los altares y nichos de la Santa Muerte y, por supuesto, le da un seguimiento detallado a todo el acontecer de nuestra peculiar clase política que según él: “demuestra con creces que el mal está vigente y lleno de fervientes seguidores”.

Ya de los líderes sindicales de maestros que andan en Hawai, de las residencias que le encontraron a la maestra Gordillo, de las últimas trastadas de Vicente Fox (que luego comentaremos), mejor ni hablamos, son tan malos que bien podrían formar su propio grupo de Diabólicos Anónimos 24 horas, con atención preferencial, ¿o no?

LA CUEVA DEL DELFÍN

“Las mujeres buenas van al cielo… las malas, adonde quieras”, me dice el Tío Pelucas… Muchas Felicidades.

¡Vientos huracanados!, si no me lleva Santaclós en su trineo nos veremos por acá el próximo sábado…

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