sábado, 6 de enero de 2007

ALLÁ HAY MARAS... ACÁ NOMÁS... NOS MAREAN

LA MARA SALVATRUCHA

Guatemala.- Esta vez ando rondando por esta ciudad centroamericana invitado por el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de San Carlos de Guatemala -IDHUSAC- y del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Rafael Landívar para dar una conferencia titulada “Pandillas juveniles y seguridad humana con énfasis en la seguridad ciudadana”, dentro de la IV Conferencia nacional sobre Derechos Humanos.

El tema es relevante si tan solo pensamos que entre nuestros dos países hay una frontera de cerca de mil 200 kilómetros, desde Ocós, San Marcos, en Guatemala, hasta el vértice entre México y Belice, en un lugar conocido como Aguas Tibias, por donde el tráfico ilegal de armas y personas se ha traducido en un jugoso negocio al frente del cual, se asegura, están los miembros de la llamada Mara Salvatrucha.

Hace apenas unos meses, los oficiales de los ejércitos de los dos países acordaron una reunión bilateral para tratar de aumentar la seguridad en 800 kilómetros, que van desde Petén hasta el sur de México en donde se ha detectado más contrabando de drogas y armas.
Hugo Say Mutz, comandante de la Primera Brigada del ejército guatemalteco, con sede en Petén, comentó que se ha observado incremento en las acciones del crimen organizado en pasos clandestinos entre México y Guatemala.
El oficial expresó: “Los pasos ciegos entre México y Guatemala son muchos y se pueden pasar fácilmente. Hacemos patrullajes a pie o en moto, pero el poder de las bandas de delincuentes nos supera en algunos casos”.
Con este acuerdo se busca intercambiar información de inteligencia sin tener que aumentar el número de soldados en la zona, aunque resulta difícil pensar que con solo tratar de optimizar recursos humanos y planear nuevas estrategias logísticas se pueda enfrentar el grave problema que han generado estos grupos delictivos.
Según diversos analistas, podría haber hasta 200 mil miembros de la Mara Salvatrucha repartidos en los diversos países centroamericanos y en México, sin embargo esa es una cifra que nadie puede confirmar. Lo único cierto es que existen y que su “imagen”, ha sido adoptada como moda por muchos de los jóvenes de los sectores populares y este es un problema muy distinto.
LOS DERECHOS GUATEMALTECOS
Hace algún tiempo, Philip Alston, relator especial de las Naciones Unidas contra ejecuciones extrajudiciales, arbitrarias o sumarias, resumió lo observado durante su visita a Guatemala en el ámbito de la impunidad con esta frase: “Este es un buen país para cometer un crimen”... igual que en México, habría que agregar.

El relator comentó que las cifras oficiales reflejan que anualmente se ejecuta en Guatemala a cinco mil personas. Alston definió una ejecución extrajudicial como el hecho de matar a una persona y que no se investigue ni castigue a nadie por ello, “cuando hay responsabilidad del Estado”... lo podríamos contrastar con las cifras de la PGR (que más bien es la TGR –Torturaduría General de la República-).

Alston llegó al país con el propósito de conocer la situación de violencia, especialmente en cuanto a ejecuciones extrajudiciales, linchamientos, feminicidios y limpieza social, actos que, a su criterio, han creado una aguda sensación de inseguridad entre los pobladores.

El relator consideró que actualmente ocurren más asesinatos por día que los que se cometieron durante 36 años de guerra interna de 1960 a1996. “Los ricos pueden protegerse, hasta cierto punto, pero el resto de la sociedad vive con el temor de que un asesinato al azar pueda afectarle”, opinó.

Para el relator especial de las Naciones Unidas los culpables de la situación que afronta Guatemala son muchos, empezando por el Congreso de la República, que mantiene estancadas leyes para mejorar el sistema de justicia, y luego, la inacción del Ejecutivo... ¿alguna semejanza?

Además, responsabilizó a la sociedad civil, por no actuar, y al sector empresarial, por su renuencia a pagar impuestos. Alston dijo que había dos tendencias: una a usar la mano dura que beneficia a los agentes del Estado que cometen delitos, y la otra, fortalecer el Sistema de Justicia como lo estipulan los acuerdos de paz.

Sin embargo ninguna de las dos es factible a corto plazo y la violencia tiende a recrudecerse por todo el territorio chapín.

Alston explicó que la sociedad debe plantearse cómo quiere vivir y definir el rumbo que debe seguir. El primer reto, continuó, es acabar con la impunidad, que se fortalece por la falta de estadísticas sobre los crímenes y que en nuestro caso no es otra cosa que la llamada “cifra negra”, o sea la falta de registro sobre el verdadero número de crímenes que se cometen y que se origina por la falta de denuncia y la poca credibilidad de los sistemas policíacos y judiciales.

“Debe acabar el hecho de que aquellos que matan pueden salirse con la suya y no tienen nada que les impida seguir o incluso aumentar los asesinatos”... Echeverría, ¿me estás oyendo?...

ENTRE MARAS Y BANDAS

No es posible hablar de los jóvenes en términos maniqueístas para decir que todos son buenos o, al contrario, todos son malos. Es natural que en los grupos sociales haya una mezcla indeterminada de los dos tipos, subordinada a las condiciones de vida materiales y sociales.

Sin embargo y paralelamente a la efectividad de las medidas de seguridad —anunciadas sistemáticamente en los medios—, surge en la sociedad un sentimiento y una percepción de “lo que son los jóvenes”, del peligro que representan y que muchas veces la lleva a actuar en forma violenta e irracional, amparada por la inexistencia de “justicia” o la presencia de un Estado de derecho débil y sin bases sólidas.

Los países: Guatemala, Honduras, Nicaragua, Colombia, Brasil, El Salvador, Costa Rica, Panamá, México, y otros más, en donde se está gestando una auténtica unificación latinoamericana respecto a la existencia de estos jóvenes pandilleros que, más allá de la búsqueda de una identidad o del consumo y asimilación de la hibridación cultural globalizada, han encontrado en la violencia una forma para tratar de sobrevivir en una sociedad de la cual han estado excluidos permanentemente.

Un marco general que unifica las realidades específicas de estos países es la pobreza generalizada y sus efectos en la población, que es hoy una discusión de primer nivel para los países de América Latina. Algo que contribuye al debate es que la pobreza se ha dado en medio de un contexto de raquítico crecimiento de la economía, caracterizado a la vez por un proceso de remodelación radical del papel del Estado en relación con las políticas sociales o de bienestar... y la llegada de la derecha al poder.

Junto al tema de la pobreza aparecen nuevas concepciones de la privación: vulnerabilidad, exclusión, discriminación, explotación y violencia. Algunos de éstos son temas viejos en las ciencias sociales, pero olvidados o evitados por ciertos paradigmas científicos disciplinarios.

LA CUEVA DEL DELFÍN

Las Maras y las pandillas son un tema común en América Central, pero de la violencia y problemas que generan, se lo aseguro, ¡por acá no tenemos NPI!…

¡Vientos huracanados, si no me apañan por mis tatuajes nos veremos por acá el próximo sábado...

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